Merceditas del Averno

Por admin

Moscú, lunes 8 de octubre de 1990

El día ha pasado sin pena ni gloria hasta esta noche. Dos veteranos, Josemi y Juancar, se han interesado por mi desesperada situación vital y académica. Cuando les he contado el drama de mi cambio de especialidad, se han brindado a ayudarme a resolver el entuerto con la burocracia del Ministerio de Educación. La cita es mañana a las nueve. Me han pedido que tenga listas dos botellas de vodka, imagino que dan por segura nuestra victoria y querrán celebrarla a nuestro regreso. Yo no he bebido en mi vida, pero les he prometido acabar con todas las reservas alcohólicas del país si consiguen devolverme mi ingeniería nuclear. Otra cosa ha sido conseguir las botellas. Las tiendas están realmente esquilmadas y no hay manera de comprar vodka oficialmente, así que Josemi me ha mandado al mercado negro. Además, me ha contado que las tiendas están vacías porque la mafia y un sector pro-capitalista del PCUS (el partido comunista en el gobierno desde hace miles de años) está boicoteando a Gorbachov: bloquean la distribución de alimentos y secuestran todos los productos para poner a la población en contra del presidente y su perestroika. Las malas lenguas dicen que en Siberia hay almacenes repletos de comida muerta de risa…

Lo del mercado negro es la leche. Imagínense un inmenso mercado paralelo que está por todas partes y en el que puedes encontrar de todo. En la residencia, por ejemplo, hay unos afganos que te consiguen lo que les pidas y te cambian dinero: si en el banco te dan cinco rublos por un dólar, ellos te dan quince. Así que si vas al banco es que eres o gilipollas o prosoviético. Eso sí, debes asegurarte de que “las gemelas” no te pillen haciendo uso del mercado paralelo: corres el riesgo de que te denuncien a las autoridades y den parte a la Asociación de Amistad España-URSS. Lo de la asociación vale, pero lo de las autoridades no acabo de entenderlo del todo, porque aquí todo dios está pringado en transacciones turbias y sobornos varios, incluidos policías, militares, burócratas y, por supuesto, políticos. Bueno, el caso es que los afganos de la residencia me vendieron las dos botellas de vodka y me obsequiaron con una barra de un presunto salchichón soviético llamado kalvasá. Buena peña estos afganos.

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Un moscovita trata de librarse de una multa con un soborno. Moscú 1990

Como no me podía dormir por los nervios, he convencido a mis compañeros de habitación de que era hora de armarse de valor y afrontar el tema de la higiene. El olor era ya insoportable y los sirios nos habían amenazado de muerte si no poníamos fin a nuestro abandono. Aterrados, hemos descendido al averno en busca de las duchas. Créanme que la estampa era dantesca: Agus, un enorme y peludo estudiante ovetense de historia armado de una cachiporra y un escudo casero; dos temblorosos matemáticos comunistas de Cocentaina; Manolo, el veterinario turolense, chocando a troche y moche con todos los objetos y gentes que íbamos encontrando por el camino: había decidido dejar sus gafas de culo de botella en la habitación para no ver el destino que nos esperaba allá abajo; y, por supuesto, mi enclenque persona jienense, tiritando de pánico, arrastrando una pastilla de jabón lagarto de dos toneladas, embutido en el albornoz de paño con el que me había castigado mi abuela y que me impedía realizar movimiento alguno en caso de ataque. El esperpento personificado, vamos, o tal y como lo definió Agus, “la metáfora más acabada del 98, viva imagen de la derrota patria”. Este Agus, además de ser inmenso y roncar de manera inhumana, anda regalando frases solemnes de ese tipo, amén de dar el coñazo una y otra vez con una revolución que hubo en Asturias en el año 1934 (para mí que se lo ha inventado) o repetir como un loro que “en 1937 Cangas de Onís fue saqueada más que Guernica: las tropas nacionales la bombardeaban a diario por ser el centro logístico del ejército republicano”, motivo por el que ha sido bautizado como “el Cangas”.

El caso es que hemos logrado descender hasta las duchas de esa guisa y, lo crean o no, hemos conseguido cumplir con la higiene personal. Eso sí, contra todo pronóstico, lo más aterrador que hemos encontrado allí abajo no han sido las ratas rabiosas o las inmensas cucarachas sino a Merceditas, una poco agraciada mujer natural de Tordesillas. Bien. Yo también me pregunto lo mismo: ¿Qué hace una mujer de Tordesillas en unas duchas moscovitas repletas de musculosos estudiantes africanos? ¿Quién es esta mujer?…

Bueno, según parece, Merceditas tiene unos cuarenta años. Aunque iba para monja de clausura, un buen día se fugó del convento en el que había residido desde su más temprana juventud. ¿El motivo? Según ella, tuvo una revelación mientras fabricaba los polvorones de anís de los que vivía su orden religiosa. Vamos, que se le apareció la virgen. Y no sólo eso: la virgen le dijo que tenía que conocer la estepa, motivo por el que Merceditas se plantó en Moscú en el año 1975 con la descabellada idea de realizar estudios de teología en el único país del mundo, a excepción de Albania, que le ha puesto un museo al Ateismo. Ignoro si esta chica tiene familia vasca, pero todo apunta a que sí… (Nota: El museo del Ateismo está en Leningrado, en una antigua catedral, la cuarta más grande del mundo. Dicen que tiene una reproducción flipante del mítico experimento con el que Foucault probó la rotación de la Tierra alrededor de su eje. He de visitar ese sitio).

Aunque Merceditas no nos ha contado nada más, los veteranos nos han dado más información: la chica consiguió una beca para estudiar filosofía en la Universidad de Jarkov (la segunda ciudad más importante de Ucrania), doctorándose en, agárrense, marxismo-leninismo, con una tesis sobre “Materialismo y dialectos” o algo así; una movida muy comunista, vamos. Cuando estaba a punto de doctorarse, Merceditas se enamoró perdidamente de un estudiante ugandés. Bueno, pues, cuenta la leyenda, que el menda tenía una tranca tan descomunal que las relaciones sexuales se convirtieron en un suplicio: no tuvieron más remedio que darse a la castidad durante dos años, hasta que el africano sucumbió a los encantos de una compatriota que estudiaba enfermería… Merceditas quedó destrozada. Desde entonces, arrastra un trauma en forma de obsesión enfermiza por los estudiantes africanos, a los que se beneficia siempre que puede. De ahí que viva en un piso cercano a la Universidad Patricio Lumumba, donde es profesora de Filosofía (rodeada de alumnos senegales, keniatas, congoleños y ugandeses), y se la suela ver por las duchas cuando viene de visita…

Entre la excursión de mañana para tratar de solucionar mi cambio de especialidad y los personajes que pululan por esta residencia, fijo que esta noche tengo pesadillas. Aunque no creo que lleguemos a pegar ojo: Agus se ha pimplado una de mis botellas de vodka y anda aterrorizándonos con sus historias de “la heroica resistencia asturiana”. Apañados estamos.

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Universidad Patricio Lumumba. Moscú 1990

2 respuestas a “Merceditas del Averno”

  1. Kairós
    octubre 17th, 2007 23:28
    1

    Acaban de recomendarme este blog y ya me he leido todas las entradas, estoy flipando. Es buenísimo. Sigue con ello que aquí tienes a uno que ya está viciado. Enhorabuena.

  2. Antonio
    octubre 22nd, 2007 17:09
    2

    Me he reido como nunca. Genial

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